Intensidad. Estamos en los días siguientes al potente plenilunio en Escorpio de este 18 de mayo y desde entonces, cómplice de un clima absolutamente mortífero y frío, nos estamos hundiendo en una tristeza inmensa. Se ha abierto un pozo profundo. Aunque no es agradable, es en esos momentos, en la verdad de un vacío desmesurado, que uno se conoce realmente.
No hay nada que nos pueda consolar ahora y es perfecto así, para conocer cada aspereza de soledad que cruje sobre la superficie de la estructura ósea que nos limita y contiene. Son confines sagrados…aquellos que se están revelando. Este espacio congelado que tenemos en el corazón, en el vientre, corresponde a lo que por fin estamos listos a experimentar sin el temor de percibirlo como algo que nos aniquilará. Aquel miedo se desvanece al constatar que podemos sobrevivir a la experiencia.
Nunca nada será demasiado grande, o demasiado oscuro.
Estamos sobreviviendo a nosotros mismos, y es una gran victoria.
Otro paso cumplido hacia la autonomía y la auto-realización.
Ahora el Sol interior puede revelarse a si mismo y resplandecer.
La Luna en Escorpio ha cavado un remolino dentro del cual podemos vislumbrar la luz que nos habita.
Pura Luz que por fin se siente libre de brillar.
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