Me siento dentro un gran silencio en estos días. Estoy ahorrando fuerzas. Es hora de descansar para dejar que la energía haga su trabajo. Mi corazón está tan cansado. Cansado de resistir, de mantener el ritmo. Me está pidiendo que sea, que deje que sea, que respire, que busque la vastedad. Justo cuando la Lilith entra en Aries, cargando el aire de una nueva batalla consigo misma. Aries es la individualidad, la velocidad, la determinación, la inquietud, el ir siempre más allá, buscar nuevos caminos. Chocan contra la parte conservadora del ser humano. Ya en diciembre del año pasado hubo un impulso en ese sentido, cuando Quirón volvió en movimiento directo en este signo de fuego. El Sanador Herido está buscando su lugar en la vida. Invita a todo el mundo a hacerlo. La Lilith ahora hace de esta búsqueda, hasta octubre de 2020, una obsesión, abriendo el camino a la libertad de conquistar a cualquier precio. Lilith/Quirón están en cuadratura con los Nodos Lunares, el viaje del Alma, entre Capricornio y Cáncer, y crean una fuerte tensión entre la soledad y el entregarse al abrazo de inclusión que el otro nos ofrece. Entonces, ¿estamos bien solos o en pareja? Pero si la pareja siempre ha sido un tema delicado, ¿cómo me puedo abandonar al otro?
Pero si no nos sentimos respetados por el otro, ¿cómo podemos volver a abandonarnos al amor? Las cuadraturas son terribles porque nos abren a las preguntas infinitas, a las que no basta una simple respuesta. Dan testimonio del poder distorsionado de la mente, que crea un juego de obsesiones retorcidas sin parar. Sólo hay una dirección que seguir: entrar en sí, respirar, escuchar el cuerpo y dejarse moldear por estas fuerzas que trabajan desde dimensiones superiores para ayudarnos a recordar quiénes somos. Dimensiones superiores a las que pertenecemos, no se trata de algo lejano, sino de algo profundo en nosotros.
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