Saturno vuelve a Capricornio. Nos pondrá de nuevo en contacto con la pregunta sobre el poder que vivimos o rechazamos en nuestra existencia. Capricornio representa simbólicamente el liderazgo conquistado con la experiencia y la capacidad de recoger las lecciones de esencialidad, es decir, sustrayendo, reduciendo, quitando personas, cosas….
Saturno hará emerger las situaciones en las que hemos decidido encarnar el papel de la víctima, es decir, del que declina el poder asignándolo al exterior y a los demás. Somos víctimas cuando asignamos a los demás la capacidad de decidir sobre nuestra existencia haciéndoles responsables de lo que nos sucede. Somos víctimas cuando vivimos como si la existencia fuera una partida de ajedrez con un jugador astuto y sádico al que llamamos “destino”.
La nueva manera de dar nomenclatura al azar es llamarlo karma. El karma no es un despiadado torturador que se burla de ti. El karma somos nosotros y nuestras decisiones. Y se transforma en dharma cuando comprendemos el fabuloso juego de la responsabilidad.
¿A quién amamos? ¿A quién odiamos? ¿De qué tenemos miedo? ¿De qué sufre y se enferma nuestro cuerpo? ¿Quién nos traiciona? ¿Abandona o humilla? ¿Quién nos conforta? ¿Quién nos escucha? ¿Quién entra y quién sale? ¿Cuánto dinero tenemos? ¿Cuánto perdemos? ¿Cuánto queremos tener? ¿Quiénes queremos ser y no somos? ¿Quiénes somos pero no tenemos el valor de declararlo? ¿De qué nos conformamos? ¿De qué nos enfadamos?
Todo está en el perímetro de nuestra responsabilidad. Porque todo pasa por lo que pensamos y por las imágenes mentales que decidimos llenar con algo llamado emoción. Que es el lenguaje de elección del Alma. Saturno nos hará de guardián del umbral. Y en el mito su objetivo siempre ha sido crear un Reino. ¿Seremos capaces de crear el nuestro? Dependerá de cuánto podamos decir depende de MÍ. Soy yo. YO SOY. Poderoso.
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