Mañana se forma la Luna Llena en Capricornio. Se unirá a Saturno, que retrogradando en su propia casa, vuelve a tocar a Plutón y a Júpiter, de quienes se había separado en primavera. Todo esto irá acompañado de un eclipse lunar. El cielo une la los planetas en el territorio escarpado de Capricornio una vez más este año, y el de Capricornio es un mundo de tonalidades fuertes. Es la zona existencial de las renuncias, del trabajo duro, de las decisiones complicadas porque reducen. Compromisos que ya no se pueden aplazar. La energía de Saturno nos habla de la independencia conquistada a golpe de lecciones duras, cuán dura puede ser una pérdida o un rechazo, un «no» de la existencia.
Sin embargo, las puertas cerradas, las ocasiones perdidas, los fracasos pronto se convierten en los tesoros interiores más preciados que tenemos. Capricornio, reino astrológico de Saturno, corresponde a la décima estación zodiacal, es decir, La Sabiduría. El objetivo que nuestra Alma decide perseguir afrontando los desafíos ligados a este arquetipo tiene que ver con el logro de una Sabiduría que todavía nos escapa. Y la Sabiduría es una connotación directa de lo Divino.
El Saber que deriva de la visión, de saber ver lo que otros no ven, porque se ha alcanzado una visión diferente y más redimida. Ciertamente más alta. Y no hay nada que hacer, el camino es sólo el de las pruebas. El camino del fuego que forja el Espíritu, de las adversidades que nos permiten inundar la mirada hasta recomponer cosas que antes no podíamos percibir.
En este plano de existencia que pasa por la dualidad, por un sistema binario infinito, en el que navegamos entre alegría y amargura, entre vida y luto, entre paz y guerra, oscilar es la única posibilidad de integrar nuevas lecciones. Es el movimiento oscilatorio que estamos obligados a aprender y que modifica nuestras vidas, nos separa de los equilibrios que hemos conquistado cuando se vuelven demasiado soporíferos, nos quita seguridad cuando ésta se convierte en el único propósito de nuestro proceder en el mundo, nos quita la gente cuando debido a la relación que nos une a ellos renunciamos a evolucionar o tiramos por la ventana la independencia y el poder junto con nuestra libertad interior.
Si no tuviéramos el valor de pasar por ciertas tormentas, permaneceríamos infinitamente en el mismo punto existencial, ligados a nuestras pequeñas cosas o a nuestros pequeños afectos egoístas.
Alcesti durante gran parte de su vida se había sentido sólo la afortunada y amada esposa de un Rey, Admeto.
Muchas doncellas envidiaban su vida, con tranquilas jornadas de reina consorte pasadas en el lujo de un suntuoso palacio cargado de servidores, al calor tranquilizador del amor de un hombre justo y bien querido, no sólo por los mortales, sino sobre todo por los Dioses. Y ellos para agradecerle que no fuera un amo villano le había concedido la posibilidad prohibida a cualquier humano: escapar de la muerte si alguien acepta por amor perecer en su lugar.
Y todo iba bien hasta que Thanatos, hijo de la noche, Rey de la Muerte, vino a llamar a la feliz casa de Admeto para conducirlo al Hades. Y mientras la enfermedad lo devoraba, su esposa Alcesti se desgarraba. De repente la dorada vida de la reina parecía convertirse en una pesadilla y supo que debía tomar una decisión total. ¿Qué vida habría sido la suya sin el padre de sus hijos. Sin el amor tierno que la había cubierto todos esos años?
Alcesti sabía que lo amaba sin condiciones y sin límites, así que eligió ser ella misma el sustituto que Thanatos pudo arrastrar al Hades. Alcesti prefirió que la vida siguiera fluyendo en el hombre que la había hecho feliz entre las mortales. Y Thanatos la llevó sin dudarlo.
Admeto, a pesar del dolor punzante por el sacrificio de su mujer, había abierto las puertas de su casa a Hércules que erraba en el cumplimiento de sus doce trabajos, quien habiendo sufrido lo suficiente en su vida se dió cuenta de la tristeza que reinaba en la casa. Y cuando Admeto le contó el gesto de su esposa, quedó impresionado. La audacia, la responsabilidad, la fuerza de Alcesti lo llenaron de admiración. Había perdido recientemente a su esposa Megara en circunstancias desgarradoras para no ser sensible a semejante historia de amor y sacrificio. Entonces empuñó su espada y siguió la pista de Thanatos.Y era un semidios, hijo de Zeus en persona. No tardó mucho rescatar a Alcesti, devolviéndola al amor de su marido.
Los finales felices de la mitología siempre tienen el sentido de iluminar una integración importante lograda por los personajes, una toma de conciencia que los hace similares a los dioses, que amplía el aliento de su propia alma. Alcesti decide conscientemente acoger la tormenta en su existencia.
Cuando la muerte sopla en su propio palacio, arriesgándose a quitarle lo que más ama al mundo no vacila, no retrocede, acoge la prueba. Alcesti sacrifica su vida por el bien superior de la casa, de los hijos y porque comprende que si fuera el marido quien muriera y ella permaneciera bajo el Sol que abraza a los vivos, ese Sol no le sería de gran consuelo y nada tendría ya el mismo sentido. Alcesti es consciente de todo. Y está dispuesta a todo. Acepta plenamente el cambio que llega a turbar su isla feliz. Y esta habilidad la hace única entre los mortales.
Tan única que ya no puede ser considerada como tal. ¿Cuántos pueden presumir de haber pisado el mundo oscuro de Hades y de haber vuelto ilesos? Los dioses lo permiten a través de la fuerte mano de Hércules porque Alcesti merece el amor por el cual ha sabido renunciar a todo.
Quien está dispuesto a todo lo merece todo.
Quien acepta el cambio se expande, aunque el camino que el cambio elige a veces parece conocer los colores de un chantaje existencial o de una gran injusticia.
Quién está dispuesto a todo lo es porque de alguna manera ha eliminado el miedo a todo.
Quién elimina el miedo vive en el Amor.
Alcesti lo cuenta con su parábola. Es tan valiente como una leona cuando le pide a Thanatos que la lleve donde quiera pero que deje a su marido. Ha vencido el miedo al cambio porque ha sabido acogerlo en lugar de combatirlo.
Es posible que en los tiempos venideros nos encontremos ante la necesidad de elegir o de acoger un cambio radical, es posible que el movimiento oscilatorio de la existencia venga a trastocar nuestros planes, a desconectarnos de los estancamientos que no nos permiten crecimiento, de los estancamientos kármicos en los que nos sentamos por comodidad o porque representan nuestras líneas de menor resistencia, los lugares donde dormimos. No sucederá porque el mundo es malo, sino porque todos tenemos una gran necesidad colectiva de expansión, de desarrollar el ojo sagrado de nuestra Sabiduría interior, esa visión ampliada y comprensiva que Alcesti supo dar a la vida para intuir cuál sería la mejor opción. Si el Cielo cierra puertas no lo hace para infligirnos tormentos. Sino porque colabora con el plan elegido por nuestras Almas para hacernos mejores de lo que somos. Alcesti volvió mágica y sabia del abrazo con Thanatos.
Si navegamos en alguna tormenta siempre recordemos que la magia es transformación. Feliz Luna Llena!
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