Venus es el principio del placer en nuestras vidas. Es el principio de la armonía, de la paz, de la satisfacción. Y experiencias de este tipo en nuestro plan existencial sólo son posibles cuando los opuestos encuentran una vía de conciliación. Venus entonces es también un principio unificador. Por eso tiene que ver con el Amor. Porque el Amor es sobre todo unidad, fusión, polos opuestos que se acercan hasta abrazarse. El deseo de los amantes es fusionarse. El sexo es la expresión material de la sed de unidad que todos tenemos dentro. Somos Espíritu insertado dentro de máquinas biológicas narcotizantes, hechas de un cuerpo, de una mente y de emociones, pero algo en el fondo, muy en el fondo, recuerda siempre el camino a casa, por muy denso que pueda ser el sueño.
Ese algo nos hace anhelar la unidad y la reconoce cuando la ve a su alrededor. Por eso nos enamoramos, por eso amamos, por eso superamos nuestros egoísmos a veces convirtiéndonos en dioses. Y Venus, ángel de la unificación y del placer, acaba de pasar a Leo, tierra astrológica del corazón. Signo de nuestras profundas tomas de conciencia, de la capacidad de encontrarse a sí mismo en medio del caos del sueño en el que nos arrastramos en este plano existencial, pensando que somos un trabajo, una relación, de ser un cuerpo o un desafío, una campaña idealista, una opinión o una fracción política. Leo es el valor ardiente de superar la dualidad de la existencia para abrir de par en par el poder del Corazón, sede del Chakra Anahata, que en Sánscrito significa «invicto, ileso», precisamente para significar que la nuestra es una batalla para despertarnos, una lucha diaria con Maya o Matrix, el fruto de nuestro sueño, la vida exterior creada por todas nuestras identidades ilusorias.
Venus se convierte así en el principio de conexión con nuestro Ser Superior o Alma.
En el mito Venus Afrodita realiza a menudo uniones milagrosas.
Mete en su cama a Ares, Marte, Dios de la guerra, de la ruptura, de la furia y de la sangre, lo hace un apasionado amante capaz de experimentar sentimientos entre los maravillosos pliegues de su piel de leche, entre el oro brillante de sus largos cabellos de seda. Hace frágil al Dios de la destrucción. Y llena de lágrimas su fuerte garganta de guerrero cuando prefiere el joven y hermoso mortal Adonis. Lo impulsa a la desesperación por no ser objeto de ese amor tan perfecto y reconfortante que sólo ella sabe conceder. Y Ares, ciego de celos, planea la muerte de su rival.
Pero Afrodita acude a Adonis moribundo. Lo abraza, deja que sus preciosas vestiduras se tiñan del rojo de su sangre. Lo abraza desgarrada mientras el alma del joven se desliza velozmente hacia la oscuridad del Hades sobre la cual ella no tiene poder. Y Afrodita manchada de la sangre del amado, entra en el Reino de los Infiernos donde está prohibido el ingreso. A mortales y divinos. Rompe las reglas sabiendo que lo hace. Destruye los patrones.
Suplica a Perséfone, Reina de los Muertos, que deje que Adonis vuelva a la luz del sol por amor y compasión de su corazón desgarrado. Perséfone, encantada por la belleza del recién llegado, le rechaza el favor. Afrodita encuentra en el Reino de los Infiernos a su némesis y se refleja en ella al mismo tiempo, porque Perséfone es la soberana de los Infiernos, hermosa como la noche, misteriosa como los cambios y lo desconocido. Así como Afrodita es la maravillosa dama del cielo, Perséfone es la soberana magnética de la Oscuridad. Dos polaridades unidas por un amor común. Ninguna de las dos cede y Zeus deberá intervenir como árbitro disponiendo que Adonis vivirá la mitad de su tiempo junto a Afrodita en la tierra y la otra mitad en el infierno con Perséfone.
La armonía se sella de nuevo entre las dos divinidades y Adonis, el mortal, ha ganado un nuevo estado. Es uno que venció a la muerte gracias al amor. Se convirtió en una semilla divina. Un invicto según la definición del Chakra Anahata. El corazón. Y este es el milagro que el amor genera en nuestras vidas. Nos pone en contacto con nuestra parte divina.
¿Entienden lo necesario que somos cada uno de nosotros? ¿De qué decisiones debemos tener el valor de tomar para llegar a un nivel superior de armonía? ¿Qué oscuridad nos negamos a cruzar porque estamos desesperados por la ayuda que necesitamos?
Venus en Leo nos dará el valor de cruzar las puertas de nuestro personal Hades para reclamar un nivel superior de nosotros mismos.
Nos deseo la fuerza de todo el amor que merecemos….en algún lugar dentro nuestro, no fuera.
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