Marte transita por Géminis y toca el territorio de nuestros intercambios. Podría prendernos fuego y llevarnos a un enfrentamiento, o podría en una clave más redimida, darnos la fuerza para salir de nosotros mismos y encontrar a los que tenemos delante.
En Géminis la tensión hacia el otro es palpable. Es el primer lugar del zodiaco en el que el Alma siente la necesidad de moverse hacia afuera y descubrirlo. El mito, como de costumbre, nos cuenta el significado profundo que las fuerzas arquetípicas llevan consigo.
Una versión del mito de Narciso nos cuenta la historia de un hermoso joven que tenía una hermana gemela igualmente hermosa, con la que vivía en perfecta simbiosis y que amaba profundamente. Esta gemela murió inesperadamente y Narciso, desgarrado por el luto, no sabía darse paz, hasta que, al llegar a una fuente, no vio su reflejo en el agua y pensó que veía entre las olas la imagen de su amada gemela. Deseó tanto poder volver a abrazarla una última vez que cayó en el agua y se ahogó. Zeus lo transformó en una flor por compasión de su pena.
En esta versión no es el arrogante atractivo Narciso incapaz de amor y empatía. Hay una criatura que no es suficiente por sí sola. Que vive la herida lacerante de la separación y del abandono, la incapacidad de ir más allá de la ilusión de Maya de la propia percepción humana, que experimenta la muerte como fin de todo y angustia existencial sin remedio.
Nos habla de los problemas del arquetipo de Géminis, que vive la eterna nostalgia de algo de lo que ha sido separado y a lo que desea desesperadamente reunirse. Por esto se mueve y necesita conocer, saber, integrar. Es el eco de esa unidad lejana que ha perdido que agita su movimiento, que lo hace inquieto y necesitado de experiencia, inconstante, volátil. Al mismo tiempo, es el temor existencial de la profundidad lo que le impide calmar su ansiedad.
El Cielo ahora pone el turbo en nuestra parte móvil y con muchas ganas de movernos, conocernos y ponernos en contacto. Todo esto intensificado por el Nodo Norte.
Pero preguntémonos a qué nivel y cómo podemos intercambiar con quienes nos rodean.
Antes de detonar la rabia de Marte en nuestros contactos, podríamos recordar la superficialidad de Narciso reflejado en la fuente y darnos cuenta de que siempre hay un mundo bajo lo que llega a nuestros sentidos, que motiva y explica lo que tenemos delante.
Las apariencias son la capa más gruesa de Maya, la gran ilusión.
Deseo la ligereza en todos los intercambios que puedan poner alas a nuestros sueños pero la profundidad de la fuente bajo la imagen de Narciso.
Lo suficiente para saber a quién tenemos enfrente y amarlo.
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