La Luna llena en el reino de fuego de Leo.
Habla la lengua de tantos milagros microscópicos, que ocurren a nosotros y entre nosotros. Habla por ejemplo de la fuerza que muchas almas están experimentando en esta dolorosa página de la historia humana.
Nacen cada día valientes líderes.
Héroes de corazón de fuego. Que no tiemblan ni se rinden.
Habitados por la fe y por la capacidad de resistir que encuentran en sí mismos, como si fuera una sorpresa, un descubrimiento impresionante en el ámbito de vidas comunes y ordinarias. Valientes de Espíritu viven el verdadero motivo de su descenso en el plano de la materia, y lo encuentran a fuerza de reducciones y pérdidas, humillaciones y prohibiciones, que entran en acción como oleadas de una marea infectada.
Pero la Luz nos ve muy bien y da discernimiento y presencia a quien debe.
Quien debe ver el rostro del Negro.
Ahora podríamos entender el sentido de muchas experiencias pasadas, diseminadas a lo largo de los años. Pues el Arquetipo del León está estrechamente relacionado con la conciencia. Con la consolidación del testigo interior. El Yo Firme que permite no oscilar en el plano de la dualidad, ligado esotéricamente al Corazón, el Chakra del medio. El que une Tierra y Cielo.
El punto de sutura entre la dureza terrenal y las alturas del Espíritu. Leo es Iluminación y Apertura del Corazón.
Entonces en estos días comprenderemos el sentido de muchos desafíos, vencidos o perdidos, pertenecientes a nuestro pasado. Comprenderemos el sentido de las pérdidas, de las lágrimas y de toda negación que la existencia nos ha puesto delante. Nos daremos cuenta de que todo estaba finamente orquestado para hacernos lo suficientemente fuertes para este momento.
Capaces de reducirnos a la esencia. De vivir con menos. De alzar la voz cuando es necesario. De no doblegarnos. Todo era para hacernos exactamente lo que somos.
En el mito Hércules, hijo de Zeus sufre una de las más terribles venganzas…es hechizado y mata con sus propias manos a su esposa y sus hijos.
Algunas páginas del mito cuentan que es Atenea, Diosa de la Sabiduría, quien lo despierta de la hipnosis que lo atormenta con una flecha disparada en el pecho.
A la altura del corazón.
Ese corazón que necesita romperse en mil pedazos para reconstruirse a un nivel superior.
Y la locura, de hecho, desaparece con un sueño en los primeros rayos de la mañana, pero deja a Hércules espectador lúcido de un crimen inhumano, cometido por sí mismo, una masacre que masacra su corazón. La prueba es casi insostenible. Nada pueden los grandes músculos y la fuerza sobrenatural del héroe ante la pérdida que lo golpea, ante los cuerpos martirizados de sus hijos.
Atenea evita entonces que se quite la vida, se le aparece, lo persuade. Lo pone en el camino del templo de Delfos para que reciba un vaticinio donde inicia a acercarse a las doce pruebas, que le servirán para expiar sus pecados.
Atenea sopla con su Divina grandeza sobre el corazón roto de Hércules.
En Atenea está claro el simbolismo profundo con nuestra Alma, con ese Yo superior que a través de nuestras pruebas se convierte en rugido, fuerza, que se convierte en nuestra capacidad de luchar y no ya por nosotros mismos, sino por el ser humano. El Dolor de Hércules sirve al mundo entero. Esto es lo que está sucediendo a muchos de nosotros.
Muchos están encontrando la flecha de Atenea/Alma/ clavada entre sus pechos. Quema y es doloroso, pero permite abrir los ojos.¡Bienvenidos, Leones y Leonas! ¡Benditos sean todos ustedes! Vamos a necesitar mucho de su valor, de su activación en las próximas etapas de la vida del planeta. Cuando cada fantasma de la humanidad baile su danza macabra, cuando tengamos que enfrentarnos a ellos, verlos desaparecer y reconstruir un mundo entero.
Deja que tu Alma, como Atenea, te tome de la mano y te lleve a escribir tu nombre entre el de los valientes… por los siglos venideros.
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