¿Qué pasa en estos portales? Muchos me han hecho esta pregunta. La fecha ha inquietado los ánimos. O llenado de esperanza, quizás.
En el Cielo está Júpiter, Neptuno y Sol en Piscis y otra maravillosa triada en Capricornio: Marte, Venus y Plutón. Los dos primeros en un abrazo arquetípico clásico a través de su conjunción. Parecen dos ejércitos desplegados. Aparentemente enemigos, pero absolutamente cooperantes. Piscis representa la zona de las grandes fusiones, que atención, no hablan de la libertad sideral de la cual es portador el precedente signo del Acuario. La libertad de Piscis es sangrienta, pasa por el sacrificio. Por la muerte de la personalidad y por el abandono, a través de ésta, de las identificaciones con la materia. La muerte es el abandono que el alma experimenta al final de su camino material para volver a ser Espíritu.
Capricornio, que alberga a Plutón, es el arquetipo de la limitación de la materia. Otro tipo de Muerte. La guadaña de Saturno que lleva a la pérdida. Y de hecho, Plutón nos habla desde hace años, con su tránsito, de la muerte y del renacimiento que el mundo debe afrontar en el plano material, a través de todas nuestras nigredo personales y lo ha hecho a través de ciclos sucesivos de crisis económica y empobrecimiento generalizado desde 2008 hasta ahora.
Capricornio y Piscis se unen también en la simbología Crística. Cristo encarna astrológicamente la octava más alta de ambos signos. Según los textos gnósticos la cruz asume (Capricornio) y redime, a través del sacrificio (Piscis), el karma colectivo del ser humano sometido por las fuerzas Arcónticas, allanando así su camino de regreso al Uno.
Estos días más que dibujar un portal, el Cielo impulsa la cuarta parte de un proceso de disgregación y asunción de responsabilidades que está llevando adelante sobre nuestras vidas individuales y a nivel colectivo. Se levantarán las pruebas, porque son necesarias para purificar las sombras acumuladas en milenios para cada uno de nosotros,
que pasan del terror de no poder tener de qué vivir al de tener que acumular por miedo del futuro, pasando por todos los riesgos que no supimos tomar y las revoluciones personales que no permitimos. Vamos a ser probados en estas cosas. Porque estas son las experiencias que nos faltan y que necesitamos colectivamente. Seremos probados en nuestra capacidad de salir de la masa indistinta de la humanidad, la de un rebaño inmerso en el sueño. Dejar atrás de una vez y para siempre la Era de Piscis con su inevitable victimismo dual para integrar la madurez Acuariana de la nueva Era. En la que el hombre ya no necesita el yugo de la Oscuridad para ver su propia luz.
Este es el ajuste de cuentas. Es la posibilidad de escribir nuevas páginas de experiencia espiritual y dar verdaderos saltos evolutivos. Por lo tanto, no esperemos caricias. Las ascensiones y portales no son experiencias fantasmagóricas de expansión de la conciencia y el éxtasis espiritual. Son más bien las páginas duras de nuestras vidas. Las que nos han agotado y nos han dado más dificultades. Son los sí que le dijimos al Alma, que generalmente equivalen a los no que gritaría la personalidad aterrorizada.
En el mito quien rechaza lo Divino sufre las consecuencias. Bien lo sabe Cassandra que cerró el corazón al amor de Apolo, se hizo sorda a sus advertencias y fue condenada a un aislamiento delirante, rechazada y asistiendo además a la destrucción de su ciudad y su dinastía. El simbolismo del mito es evidente. Aquellos que cierran los oídos a la voz del Alma permanecen encerrados en la antigua dimensión o Era. El cielo polarizado como está nos presentará sólo una opción.
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