La Luna Llena del mes en Capricornio, se encuentra con Plutón, el señor de las transformaciones alquímicas y crea una tracción implacable con Lilith en Cáncer. Lilith la gran Negación del Divino, centinela y símbolo celestial de nuestro rechazo personal.
Esta Luna llena traerá a la superficie temas sumergidos. Antiguos. Viscerales. Nunca contados a nivel consciente. Miedos. Cosas de las que tenemos un temor ancestral saldrán a la luz porque llevan la necesidad de crecer y de desprenderse de partes de dependencia afectiva o relacional, a menudo también material.
Así, Capricornio es el signo de los cierres. En la rueda del Zodiaco, la décima estación, perteneciente a él, es el lugar donde la Conciencia renuncia al plano físico en la óptica de la eclosión de un mundo completamente nuevo, el que está más allá de la materia, hacia las alturas del Espíritu.
Entonces se trata de una Luna Llena de reducciones y cortes. De pérdidas liberadoras aunque no indoloras. De páginas pasadas. De epílogos largamente pospuestos.
En el mito una de las hazañas por las que la notoriedad de Hércules se disparó fue precisamente el encuentro no autorizado nada menos que con Hades, Señor del Inframundo. Una visita al infierno.
Nadie es bienvenido en el reino de tinieblas es bien sabido. Nadie que no haya sido llamado específicamente entre los muertos por su implacable decisión. Sin embargo, un medio mortal, solo medio hijo del Divino, guiado por Hermes en el desarrollo de sus doce históricos trabajos, se atrevió a romper la prohibición de acceso al reino de los muertos. Hades se acercó a él en cuanto cruzó la puerta, incrédulo. Y Hércules, ante el Dios de la muerte, Negro y helado como la muerte misma, vio bien lanzar una flecha con el corazón en llamas y la respiración estrangulada. Una flecha que hirió al temible Hades en un hombro, obligándolo a refugiarse en las alturas del Olimpo para ser medicado.
Es difícil expresar lo que se agitaba en el pecho de un mortal que llegó a los extremos del mundo ante una criatura eterna con un poder sin límites. Terror. Miedo y auto-preservación. Probable. Lo que fuera, funcionó. Hércules logró volver ileso al mundo de los vivos llevándose consigo al perro Cerbero, objetivo de la fatiga y capítulo conclusivo de la propia secuencia de hazañas al límite de lo posible. El encuentro con Hades cerró la página de la catarsis del Héroe. Última etapa de un camino de definición de sí mismo. Como el que muchos de nosotros registraremos con ocasión del Plenilunio actual.
Serán días de profunda autodefinición que necesitarán realizarse a las puertas de nuestros privados tormentos interiores, para que sean superados. Sentiremos miedo. Terror, como se puede estar ante el mismísimo Dios de los muertos. Aturdidos por un viento de cambio impetuoso en el que nos parecerá que el Cielo conspira contra nosotros. Y la verdad es exactamente lo opuesto. El Cielo no conspira, sino que sopla con fuerza sobre el fuego de nuestra evolución.
La tracción que la Luna junto a Plutón ejercerá sobre Lilith asumirá se verá en aquellos aspectos en los que nos negamos a desarrollar autonomía y responsabilidad, obstinándonos en depender o en no elegir, cómo hacen los niños. Porque ya no somos niños. Sobre todo hoy que todo el planeta está abriendo los ojos y haciéndose adulto en el fuego de un planetario sufrimiento. Y que los umbrales de un mundo más redimido solo podrán ser atravesados por quienes hayan pasado ilesos el tamiz que representa el presente momento.
Ante vuestro personalísimo Hades no retrocedas.
No tengas miedo de lo que debes cerrar o perder.
En su lugar, cierra los ojos y dispara tu flecha.
La gloria del Olimpo te espera.
No Comments