El número ocho en la Rueda del Zodiaco marca el paso de la consciencia a Escorpio. Lugar astrológico de Hades, muerte y renacimiento, lugar de tránsito entre una existencia y la siguiente.
Articulación entre lo superior y lo inferior.
Punto de crisis de la encarnación, en el que se define evolución o involución a nivel anímico.
En el Árbol de la Vida de la Cábala, Plutón, el señor de Escorpio, está ligado a la Sephiroth oculta Daat, o el Conocimiento, el que es capaz de catapultarnos al Reino del Espíritu, Kether, o de precipitarnos en el derrocamiento del Árbol mismo, que se transforma en la cristalización opuesta de la Muerte.
Nuestro hermoso planeta está lleno de lugares mágicos donde se celebra la alquimia que esta vida nos permite: quedarnos aferrados a lo que somos y hemos sido o aceptar la laceración del riesgo, lo incierto, lo desconocido, tan parecido a la muerte, para ascender, en cambio, cerca del Cielo.
Lo suficientemente cerca para tocarlo.
Como Daat acaricia a Kether.
No Comments