Llegamos al momento de la ruptura del velo. El telón, que ocultaba lo que era excesivo de sostener para la mente, se cae. En las primeras horas del 28 de octubre el Sol y la Luna se unen en su cíclico matrimonio alquímico, uniendo los opuestos, abriendo nuevas posibilidades, cerrando situaciones. La vida y la muerte se reflejan, mano a mano, creando un pasillo de continuidad. No hay fin. Escorpio es el signo que nos pone en contacto con la transmutación celular. Es el gran Alquimista que quiere descubrir la ilusión de la muerte para tocar la vida que existe en esa dimensión.
Pero ¿es la muerte realmente como se nos dice que es? ¿Por qué ese momento está tan ensombrecido por el miedo y el terror? ¿De qué tenemos que alejarnos? ¿Qué es lo que los humanos no deben saber con respecto a ese umbral insuperable con el cuerpo? ¿Y si es realmente un nacimiento en otro lugar como nos enseñaron hace mucho tiempo? Creo que entrar en un profundo contacto con el sentido de fin es el misterio que se puede desvelar en este Novilunio. El poder y la intensidad de los días nos está poniendo cara a cara con lo esencial. ¿Quiénes somos nosotros en la desnudez total del ser? Y sobre todo, ¿podemos permanecer en la luz que se muestra, que se revela, quitando consuelos e ilusiones?
La magia del Novilunio en Escorpio es el aspecto de oposición precisa que se forma entre las dos luminarias y Urano en Tauro a 04°, que revela el contenido del corazón. ¿Qué otra barrera puede permanecer activa ante tanta luz que desestructura y desmorona? Seamos conscientes de ello y si es posible, no resistamos más esta operación de dejar ir.
La telepatía es una de las funciones del planeta Urano y hoy el Sol y la Luna, opuestos a él, se unen en Escorpio, signo del profundo, para hacer entrar luz en el corazón. Así se liberan las antiguas cristalizaciones que oscurecían el alma, manteniéndola alejada de su belleza. La telepatía uraniana es una luz que permite aclarar, darnos cuenta.
Estos días de Vida y Muerte de la mano, llegan para que cada uno haga las cuentas consigo mismo, con sus monstruos y la belleza que convive con ellos. Momentos como este son sagrados porque nos permiten notar nuestros más fuertes desequilibrios y nuestros más grandes temores. Nos damos cuenta de que las sombras de los demás son iguales a las nuestras. No hay nadie mejor que otro. Ante la oscuridad somos todos iguales. En la luz todos brillamos de la misma manera…Feliz Luna Nueva!e
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