La pasada luna nueva alberga nuestra necesidad más profunda e inconsciente. Necesitamos ver desaparecer algo que no tenemos claro, pero que está bajo la superficie de nuestra conciencia sin encontrar la luz.
Necesitamos perder para recuperar.
Nos enfrentaremos a disoluciones y fracturas tan ineluctables como Hades, el Dios del Infierno, con su justicia irreparable.
Y la suya es una justicia que los humanos no pueden perdonar.
Hades desintegra lo que se opone a la verdadera naturaleza del Ser humano.
En su Reino se llega a ser más de lo que se era.
Los quiebres podrían encontrarnos desprevenidos y demostrarse ásperos si no brutales con la influencia belicosa de Marte, y sin embargo se trata de pérdidas altamente evolutivas.
El error de Orfeo en el mito fue mirar a su amada salir del reino de Hades, después de haber ganado con su lira la piedad del Dios más inexpugnable y el permiso de traerla a casa con ella.
Simbólicamente su mirada sobre los hombros representa el apego terreno del ser humano.
Las resistencias de la parte terrena.
La dificultad que experimentamos en este plano para confiar en los movimientos del universo cuando se tiñen en tonos oscuros o no reflejan nuestros deseos.
Orfeo pierde porque no confía hasta el fondo y controla.
No era necesario y tampoco lo será en estos días.
Dejen que las rupturas ocurran.
Que lo que se debe perder sea.
Que lo que necesita salir de escena sea acompañado a la puerta.
Es la única manera de llegar a ser.
Y estamos aquí únicamente para eso.
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