Hay una extraña atmósfera que estoy observando dentro y alrededor mio. Desde principios de enero he sentido que estaba entrando en una gran fase de silencio, de escucha, de separación de todo lo que es mi vida en todos los niveles. Observo y dejo que sea. Es muy distinto a cualquier estado que yo haya experimentado hasta ahora en mi vida. Entonces inicié a hacerme preguntas. ¿Qué está sucediendo? Sé bien que lo que siento es mío pero sé también que no es sólo mío. Sé que logro experimentar sentimientos y sensaciones colectivos, eso me ha ocurrido siempre. Estos últimos días, entre el 28 y el 29 de enero, han habido momentos particularmente pesados, fuertes e intensos. Reconozco que esta sensación de inmovilidad y densidad, que me ha hecho tener ganas de escapar, tiene que ver con un proceso de enraizamiento. Esto me da fuerza. Quizás esta vez puedo permanecer en ello y aceptar.
Aceptación. He aquí el punto. Ya escribí tiempo atrás que desde septiembre a febrero viviríamos un proceso de inmovilidad. Es un flujo energético que tiene que ver mucho con Quirón, el Curandero Kármico, y con Urano, el activador, quienes volvieron atrás luego de su entrada en Aries y Tauro, respectivamente ocurrida la pasada primavera del 2018. Tuvimos que despedirnos definitivamente del pasado. Y está ocurriendo. Me he percatado de cómo últimamente el pasado ha vuelto de una forma tan vívida, tan presente! Lo ví con asombro porque pensé que ciertas partes mias ya las había transformado, sanado. La sensación de ser inmersa en un agujero negro, donde las cosas ocurren pero ya no siento como antes.
Creo que es parte del proceso de enraizamiento. Pero además de eso, es fruto del enorme proceso de rendición definitiva que nuestro sistema humano está pidiéndonos. Dentro de mi agujero negro no advierto las necesidades. La única cosa que cuenta es la verdad. Sólo lo que sentimos que aflora como auténtico permanecerá. Todo el resto no tendrá la fuerza de existir.
Y hoy por fin he entendido lo que me hace permanecer en la inmovilidad: el cambio que sentí necesario, pero al que siempre he tenido miedo, está emergiendo. Su palabra clave es claridad. Abrazar a aquella huérfana que desde siempre ha vivido dentro de mí, el arquetipo de la niña de las estrellas (Quirón en casa 12 natal), y por fin actuar en aquella magia sin temer más la soledad y la supervivencia. Todo en mí pide hacer espacio a este dolor, reconociendo por última vez mi verdad en todos los niveles. Dentro de los pliegues más profundos del alma. Es un paso epocal. Si no hubiera logrado permanecer en aquel agujero negro, y no sé todavía cuánto durará pero no importa, no habría logrado enfocar todos los aspectos del milagro que está teniendo lugar dentro de mis células.
Mi cuerpo me lo está recordando, con somatizaciones precisas relacionadas con hacerse cargo de la rabia ajena, de la salvación ajena, de las batallas ajenas, de hacer feliz las personas para ser aceptada. Todo el conjunto de la bonita banda emocional humana. Pero hemos llegado a la rendición de cuentas, al final de una época en que identificarse con el sufrimiento y el miedo fue un paso obligado para poder liberar. Pero ya no más.
El 18 de febrero Quirón entra de nuevo en Aries, esta vez definitivamente hasta marzo del 2027. Aprenderemos a estar sobre la Tierra y dentro del cuerpo de manera diferente, con determinación y voluntad. Ahora se está resquebrajando el puente móvil que nos conectó al pasado. Es tiempo de mirar hacia adelante, dejando salir de nuestras células todas las memorias. No podemos cargar con nada porque el pasado no puede seguirnos en la nueva frecuencia y si el cuerpo todavía mantiene aquel peso, sufre y se enferma. Ya no podemos mantener la forma de antes. El paso hacia lo nuevo esta cada vez más cerca. Tiempo de dejarlo ir definitivamente.
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