Estamos siendo espectadores de potentes revoluciones interiores que nos están removiendo. A pesar de que tratamos de anclarnos como podemos, las situaciones abren dentro nuestro surcos creando paisajes de gran inseguridad. Probablemente hemos sido siempre personas razonables, tratando de vivir dentro de límites normales….En cambio ahora está prevaleciendo el caos, el desorden, el cambio inesperado de idea entre lugares opuestos.
Lo nuevo se ha hecho ver, es evidente. Nos llama y nos hechiza, como siempre ha hecho. Sólo que hasta ahora lo tuvimos lejos, como un bonito sueño que es demasiado bonito para realizarse. Mientras tanto hemos seguido apoyados y cómodos en una vida sin demasiados riesgos. Ahora no más. Y no es sólo un aspecto planetario o un tránsito. No es culpa de Sagitario o la presencia de Saturno en Capricornio. Es también eso, a un cierto nivel, pero es la potencia de ver la realidad y a nosotros mismos tal cual somos.
Todo lo que está ocurriendo es mucho más grande. Es la rendición de cuentas entre la naturaleza humana más densa y lo divino que está despertando, enseñando el verdadero rostro de la existencia. ¿Estamos listos para afrontarlo?. ¿Cuántos estamos luchando actualmente para poder llevarnos todo lo que tenemos con nosotros?. ¿Creemos quizás poder engañarnos?. Seamos honestos. Mirémonos. Hay algo de dejar ir: máscaras profundas intercambiadas por verdad absoluta, reivindicaciones, orgullo, conflictos, toma de posiciones, actitudes defensivas o agresivas.
Estamos abriéndonos en dos, dejando salir a la conciencia todas estas máscaras que dentro de nosotros crean alborotos inmanejables. Honestamente no sabemos qué hacer. Y éste es un punto de salida. No sabemos qué hacer. Es maravilloso. Así por una vez nos detenemos. La mente enseña sus límites. Por fin veámoslo, así podemos activar otros recursos. Pero todavía es pronto para eso. Ahora hay algo que tiene que derrumbarse. Dejemos que suceda.
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